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11/4/13

Cañuelas. Campamentos y cocineras




CAMPAMENTOS: MEMORIAS DE LA COCINA Y LAS COCINERAS.

Cada campamento tiene historia, mística, anécdotas y porque no, sus secretos bien guardados.
Estos últimos  hablarían de  pequeños errores, travesuras o momentos de gran emoción, que cada cual se guarda para sí mismo, como un tesoro  sin revelar.
De todas maneras, secretos es una forma de decir. En el campamento se sabe todo, se oye todo y lo que no se cuenta, se descubre ahí mismo.
Para los que no conocen el sistema, en general,  se forman pequeños grupos de niños (o niñas) más o menos seis al mando  de uno de ellos.
Esos  grupos están emparejados por la edad de sus integrantes. Están  al cuidado y formación de un dirigente (o más)
El Campamento es el momento y el lugar donde se pone en práctica todo lo aprendido durante el año.
El movimiento scout y el movimiento Guías deben observar y respetar  una Ley, para lo cual realizan una Promesa. Se trabaja con los niños y jóvenes  en pequeños grupos  de pertenencia, se los estimula con programas  progresivos de aprendizaje  con la consigna de “aprender haciendo.”
Por  eso,  se los ve el día de llegada como pequeños trabajadores armando su carpa, realizando una  zanja alrededor para  que escurra el agua (por si llueve) y preparando su lugar para cocinar: fogón, cacharros y herramientas.
Cuántos padres llorarían de emoción al verlos a la mañana sacudir su bolsa de dormir, ponerla al sol, ordenar su ropa, todo guardadito en el bolso, peinados, caritas lavadas y sin sueño (¿sin?) bien tempranito para  empezar la jornada.
Es que de esto se trata. Que sean autosuficientes. Y por supuesto, de acuerdo a su edad, lo que se espera de ellos.
Ahora bien, existe una COCINA GRANDE, que es el corazón del campamento.
Se prepara  con mucho tiempo, se organizan los desayunos,  almuerzos, meriendas y cenas. Se realiza un menú equilibrado. Se calculan  las cantidades  a comprar y llevar de alimentos no perecederos y se eligen (o se ofrecen) los padres cocineros. Estos tienen a cargo las finanzas  alimentarias, el repartir antes de cada preparación  a  cada “cocinerito” o responsable del día los alimentos que va a utilizar  para su pequeño grupo.
Las COCINERAS MAMAS, explican a los más chicos cómo se hace tal o cual menú. (el secreto para que no se le deshaga el zapallo antes de que la papa esté cocida), el tiempo de los fideos, o el terrible truco de la polenta que puede salir como caldo o piedra. Cómo darle rico  sabor, o el cuidado que deben tener  con la limpieza de la comida,  y…. el uso de la sal!
Asimismo, las madres (y padres) solo cocinan para los lobatos (de 6 a 10 años)
Muchas  mamás pasaron por estos momentos  (y también papás) que seguramente disfrutaron de unos días de intenso trabajo, de mucha responsabilidad, de pocas horas de sueño y algunos contratiempos pasajeros. A todos ellos, mi admiración por su vocación de servicio,  por su entrega, por su esfuerzo.

UNA NIÑA GRANDE
Tengo en mente a una persona emblemática, adorable y con un gran espíritu que dio todo su amor y su conocimiento  en  los campamentos que estuvo, y que fue quien inspiró esta nota.
Alicia Zazarini de Olaciregui,  un ser adorable, al que jamás le conocí un enojo.
Para ella, la naturaleza era prioridad, el amor lo más sagrado y el servicio al prójimo su conducta.
Se “prendía” en cuanta fiesta le ofrecieran. Se disfrazaba, cantaba y tocaba la guitarra si le pasaban alguna. Aunque no lo pudiéramos creer, con sus manitos rellenas y  cansadas de trabajar, era casi concertista de guitarra. Se disfrazaba, inventaba canciones y contaba chistes, colmos, adivinanzas. Todos muy sanos, con una picardía medida y con una inocencia increíble.
Nunca la escuché decir una mala palabra.
Ingeniosa, siempre inventaba  algo  que hiciera falta. Dulce, sabía prestar el hombro  a las penas y consolaba con su sabiduría de mamá grande.
Llevábamos  botiquines  completísimos, pero al momento de usarlos, ella siempre tenía una receta natural y sencilla.

CAMPAMENTO DE SAN LUIS
Allí llegamos un día antes que el contingente, en tren,  con las bolsas de papas, arroz, harina, fideos, latas de tomate, zanahorias, cebolla y cacharros, muchos cacharros. La cocina, garrafas… las carpas.
Nos acompañaron Nati, Vero, Mariano.
Al pie del cerro, en un olivar maravilloso, con una luna preciosa primero y una tormenta después, se escuchaba un bramido lejano.
Se le había puesto en la cabeza que era un puma. Toda la noche con los ojos abiertos, con un cansancio terrible y el bendito animal que no se callaba. Los chicos, agotados se durmieron y nosotras,  con los pelos de punta.
Al otro día, un baquiano nos dijo que era un simple toro en celo…
Un día que nos quedamos solas en el campamento, nos dejaron el encargue de colgar cartelitos  por todos lados. Alicia se subió a un árbol y después no podía bajar. Ni yo podía bajarla. Tanto nos reímos primero como lloramos después. Al fin, raspaduras mediante, alcohol y “memento”, carteles colgados, tareas cumplidas… y la cena lista para la llegada de los lobatitos.

LOS BURRITOS
Alicia dormía  con los pies hacia la puerta (de lona) de la carpa. Yo prefería respirar hacia afuera, y cuando ella se dormía, abría  el cierre de la lona…
Nos despertamos  de golpe con un burrito (grandote) soplando sus pies y otros tres  comiéndose las verduras, las frutas  y el pan. Que desastre. A las cuatro  de la mañana corriendo a la pequeña manada traviesa y acomodando la cocina…

LA PROMESA
Alicia, que durante mucho tiempo acompañó a los scouts en sus campamentos de verano, a la comisión de padres con su buen humor y su experiencia, un día tomó su promesa scout. En Pehuén Co, emocionada hasta las lágrimas y feliz, como  uno de los tantos  integrantes del grupo recibió los   distintivos que había honrado con su vida de trabajo desinteresado.
Hoy no está con nosotros, se fue hace muy poco  con el buen Dios, que sabrá premiarla dando  alivio a sus nanas, y un lugar privilegiado para las almas bondadosas, alegres y  serviciales.

  

Anita Pfannkuche

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