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19/10/12

Maestros

(Fragmento)
"Dame el amor único de mi escuela: que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes. Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de mal entendida justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren, no me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé".
"Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que NO es carne de mis carnes. Dame alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarle en ella clavado mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más".
"Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él".
Gabriela Mistral



La vocación del maestro es sublime. Desde su amor va formando a los pequeños, dejando enseñanzas pero también valores, conductas, bases,  para que crezcan con principios y sean personas de bien. Nada menos que para eso, para que sean personas de bien. De la mano de las familias y aún  reemplazando a aquellas que por distintas desgracias no pueden acompañar a los niños en esos cometidos, protegen, acompañan y educan.
Muy difícil fue  intentar seleccionar un grupo de docentes que nos identificara con una parte del infinito abanico de maestras  que han sido pilares  en nuestra formación, la de nuestros hijos y nietos.
Hay docentes con riquísimas vivencias, con  mucha trayectoria, con una vida  dedicada a  dar conocimientos, amor, paciencia y su vida misma  en el desarrollo de su profesión, pero no se puede escribir sobre cada uno. Por eso,  en este  espacio, permítanos abrazarlos  a todos y desearles  un hermoso Día del Maestro.
Esperamos que  en este breve, pero sentido homenaje a dos queridísimas maestras (a quienes llevaremos siempre en nuestros recuerdos), en el relato de una docente rural y en la historia de vida de tres docentes que unieron sus generaciones bajo una misma vocación  hayamos podido lograr nuestro objetivo: decir GRACIAS a todas las maestras de nuestro Cañuelas.

La docencia…. mi vida.
Año 1961… Con mi título docente y diecisiete  años inicio la actividad escolar en la escuela Nº 13, junto a Susana Guzzetti como directora, la señorita Blanca Iribarne como inspectora y mis primeros alumnos, con los que me encuentro actualmente: Juan José, Jorge y Rubén Báez, Cristina Pereletegui, María Eva Jaime, Miguel Ángel Etcheverry, Marta Zamudio, Graciela Porte Petit y su hermano Jorge.
En ese entonces llegaba a la escuela en sulky, y cuando el pantano frente a la casa de María Eva Jaime impedía el paso, íbamos caminando por las vías del ferrocarril.
Luego de tres años, realizo una suplencia  en la Escuela Nº 19 a dónde llegábamos  en la máquina de un tren de carga por la mañana y regresábamos del mismo modo por la tarde
Un  nuevo destino fue la escuela Nº  29 que funcionaba en el campo de Don Ramón Echevers. Mi compañera era Azucena Cevani, (docente con mayúsculas) con la que compartí el traslado a caballo, cruzando por los campos y pasando  diecisiete tranqueras. (La mayoría de alambre)
Nueva compañera,  la Negra Galarregui y el traslado a la escuela Nº  10 en las máquinas que estaban haciendo la ruta 6.
Subíamos frente a La Serenísima a las  seis y media de la mañana y como no podíamos hablar por el ruido infernal, dialogábamos por escrito.
Recuerdo con alegría  mi paso por la Escuela Nº 21, donde me reencontré con mi compañera de banco de la escuela secundaria: Ofelia Garavaglia.
Los días de lluvia nos llevaba hasta la escuela la Señora  Amalia Villalón en sulky, pues el colectivo no entraba.
La Escuela 8 fue un destino que compartí con Susana Basualdo e Inés Etchebehere. Fueron años muy gratos  viajando “a dedo” en grandes camiones y  compartiendo  con la comunidad fiestas escolares y paseos (lecciones paseos).
En el año 1983 regreso a la Escuela Nº 10 teniendo como directora y compañera a Cristina Mondino, quien luego  se traslada a la Escuela Nº 5. Como siempre mi familia me acompaña compartiendo fiestas escolares y familiares, pero en esta oportunidad mi hijo encuentra a quien es la mamá de mis  nietos, Emanuel  y Juan Cruz. Claudia Grela, quien comparte también el desempeño docente como mis hijos, Bernardo, Marcela y Paula.
En el año 1984, Cristina pasa a la Escuela Nº 5 formando su familia. Organizando mis horarios  y  con anuencia de las dos comunidades, realizo las suplencias, saliendo de mi casa a las siete y regresando a las dieciocho.
Mi traslado lo realicé en un viejo Citroen, que me permitió cumplir  con el compromiso adquirido.
Mi último cargo fue en la Escuela Nº 14, que  a pesar de que solo duró un año, me permitió  compartir con docentes como Viviana Acosta  y Juanita Zangari, directora del Jardín que en ese momento funcionaba dentro  del mismo edificio.
Un recuerdo muy gratificante: la amistad familiar con Monseñor Bufano. Me permitió reunir en mi escuelita Nº 10. El Deslinde, una vez por año a  las escuelas rurales  de la zona (incluso de los partidos de  San Vicente y E. Echeverría) y contar durante todo el día con su presencia. En esas oportunidades Monseñor impartía todos los Sacramentos y el día terminaba en una fiesta, con un asado y espectáculos de  cada grupo.
La docencia fue y es mi vida y disfruto al ver que transmití este sentimiento a mis tres hijos y mi nuera.

 FOTO: al cumplirse 50 años de obtener nuestro título de Maestras  Normales realizamos el Viaje de Egresados. De  izquierda a  derecha: Elsita Fariña, Ofelia Garavaglia, Adela Mac Gill y Azucena Cervani.

Adela







Setiembre… 11… Día del Maestro


MOMENTO DE RECUERDO, EVOCACIONES, HOMENAJES…

En esta circunstancia viene a mi mente la imagen de alguien que nació maestra, en el seno de una familia de maestros.
Me refiero a Ileana Berta Vilas, la mujer que a su acendrada vocación por los niños unió  un espíritu inquieto. Fue una investigadora nata y una incansable estudiosa. Supo adentrarse con curiosidad científica en las mejores fuentes que contribuyeron a su permanente perfeccionamiento docente. En realidad fue una gran estudiosa y supo aplicar a su incansable actividad todo aquello que entendía mejor para sus alumnos y siempre supo llegar  a los fines que se proponía.
Era de personalidad dulce, pero fuerte sobre todo cuando se  trataba de defender los principios que sostenía; y quienes pasamos horas hablando de nuestro quehacer en las escuelas, tanto de las de esos momentos como de las del futuro, aún conservamos el recuerdo de la seguridad con que hablábamos de los temas que nos interesaban a las dos.
Quiero agregar que después que se jubiló, siguió escribiendo, en colaboración, manuales que se utilizaron durantes muchos años en la escuela primaria.
No puedo terminar esta reseña sobre su persona sin agregar que unió a su humildad manifestada en su silencio sobre los importantísimos cargos que desempeñó, su espíritu inmensamente generoso y su accionar incansable que ha dejado secuelas que perdurarán  en ese futuro que ella soñó para todos los que amaba.

Nelia Curone




Todos recordamos cómo Ileana privilegiaba en su relación a su familia y sus amigas.
En nuestras tardes de trabajo en la que no faltaban los mates y la charla, aparecían con frecuencia esos rasgos.
Por eso no nos extrañó que cuando sus sobrinos empezaron sus estudios en Buenos Aires ofreciera generosamente su apoyo… ¡Hasta para cocinar!
Ella, que escasamente lo hacía para sí misma. De ahí que en las reuniones empezó  a aparecer entre bromas y risas el tema de la cocina…¿qué preparás? ¿Cómo?
“Son estudiantes, tienen que comer  equilibrado y nutritivo” decía.
Buscábamos recetas,  intercambiábamos  ideas y  aparecieron las tartas con sus variados rellenos, entre ellas, la famosa de calabaza. Y pregunta va y pregunta viene, ensayos y cambios, los sobrinos y algunas veces las amigas, disfrutábamos sus  logros culinarios.
Ile compartió la  función de profesora y el delantal de cocina con todo el  amor del que era capaz, dándonos hasta con esos detalles, una magistral lección de vida que admiraremos siempre.
Amalia  y María Juana
Docentes y amigas


Beta, Paula y Ale una cadena de maestras, catequistas, un mismo Don, una misma vacación!
Beatriz Florini de Costa (Nuestra querida Beta)
Maestra Nacional Normal recibida en El Normal Nª 8 de San Cristóbal, Capital  Federal.
Ingresó en el Colegio Santa María Primario el 1 de marzo de 1972, donde se desempeño como maestra de 3 y 4 grado hasta el año 1978, teniendo a cargo las Primeras Comuniones.
En el año 1979 pasó a cubrir el cargo de preceptora del jardín Santa María., cargo que ocupó hasta el año 2000 (año que se cerró el jardín)
En el 2001 siguió su carrera docente como preceptora, pero ahora del colegio Secundario Santa María (etapa en la que se estaban fusionando los antiguos 7º grados con el 1º año del secundario)
Trabajando en este querido colegio pudo desarrollarse integralmente, brindando ese carácter tan especial que tanto caracterizaba, a nuestra querida Beta. Cosechó infinidad de amistades y siempre es recordada con la mejor de les sonrisas.
Como maestra, también fue compañera de sus hijas Paula y Alejandra, quiénes también nos cuentan su historia en nuestro querido Santa.
Comenzamos con Paula.
Mi historia en el Colegio Santa María comienza en 1972. En ese año inicié mi jardín de infantes con la adorable Hna.  Bernardina de maestra jardinera.
Entré por primera vez a la chacra, de la mano de Beta, mi mamá y docente del Colegio, que ese mismo año comenzó su labor allí.
Transcurrieron 9 hermosos años, dentro de los cuales en marzo de 1976 ya somos tres en el colegio ya que María Alejandra, mi hermana, comienza el jardín de infantes. En 1980 termino mi escuela primaria y ese mismo año concluye una etapa del Santa, es desalojado y debe dejar el predio.
Curso mis estudios secundarios y el magisterio en la escuela José Manuel Estrada.
La Providencia Divina hizo que retome mi historia en el Santa, en marzo de 1988, ahora como maestra, previa entrevista inolvidable con el padre Antonio F Gatti.
Comienzo a trabajar como maestra suplente de 3 grado y termino el año haciendo tareas administrativas. Ahora era hija y compañera de Beta.
Mis primeros  15 años, ya como maestra titular fueron a cargo de los grados superiores, con infinidad de anécdotas, que sería imposible relatarlas ahora. Ya no éramos sólo Beta y Paula; se incorporó a la Familia, al Santa, como maestra Alejandra.
Ahora las tres éramos  compañeras. Además Francisco, mi hermano estaba en 1 grado.
Me hicieron crecer en mi labor,  además de mamá,  Telma, Julia y Graciela, mis directivos de aquellos años que me acompañaron tanto en mi tarea docente como catequística. No puedo dejar de nombrar la guía espiritual del Hermano Alberto.
Años tras año yo crecía, como docente y como persona. Me casé y nacieron Pablo y Lina (2 de mis 3 hijos)
Año 2004, ¡Cuántos cambios!
Nace mi pequeño Jairo. Después de 15 años paso  de dar clases en  6to año a 4to. Ese mismo año  nos deja mamá,  para seguir guiándonos, desde el Cielo.
La gran satisfacción de ese año fue acompañar a mis alumnos a recibir a Jesús Eucaristía y el apoyo incondicional de las familias (que gracias a Dios nunca me faltó)
Después de 5 años vuelvo a los cursos superiores y hoy en 2012, cumpliendo 24 años de antigüedad,  me siento reconocida en mi labor ya que comparto parte de mi tarea docente en el Secundario.
Durante todos estos años recibí la mayor recompensa que cualquier docente puede esperar, el cariño de muchos alumnos, exalumnos, padres, compañeros (muchos de los cuales son amigos y hasta familia por adopción)
Me vienen a la mente miles de nombres de alumnos, pero no quiero nombrar a ninguno para no ser injusta.
Paula Andrea Costa.
María Alejandra

Nací el 15 de marzo de 1973, siendo Beta y maestra del colegio. Ingresé de la mano de mamá al jardín en 1976, mientras ella era maestra de grado.
Cuando pasé al primario, ella pasó a jardín (me esquivaba). Esto parece gracioso, pero Dios sabe porqué.
Cursé 1 y 2 grado en la chacra y luego, (como ya contó Paula) nos mudamos a la quinta donde terminé 7º  grado. (1985)
Cursé 1 año en la escuela Estrada, pero en 1987 cuando abrió sus puertas El Secundario Santa María, volvía a  mi casa (El Santa)
El 15 de agosto de 1993 me recibí en el Colegio Estrada de Profesora para la enseñanza primaria y el 1 de septiembre del mismo año ingresé al Santa como maestra titular de 5to año.
(Este año 2012, cumplo 19 años en la docencia desarrollados todos en mi segundo hogar EL SANTA)
Trabaje durante 10 años doble turno y tuve centenares de alumnos de los cuales guardo en mi corazón los mejores recuerdos, las mas locas travesuras, y las caritas pícaras con las cuales nos saludan todos los días.
Paula (hermana) y Beta (mamá) siempre fueron mis guías en mi profesión. Ellas condujeron mis primeros pasos, fue un privilegio poder contar con ellas en las reuniones de patio, ser una compañera más…
Hoy como maestra de 4to año, al igual que los fueron mamá y Paula, teniendo a cargo las Primeras comuniones, siento la gran emoción y responsabilidad al poder llevar a mis niños a encontrarse con Jesús Sacramentado.
María Alejandra Costa.

Olga Noelina Sarrailh

Nació en Cañuelas el 20 de enero de 1918 y falleció el 22 de septiembre de 1987. Hija de Lorenzo Sarrailh  de profesión hacendado y de Mariana Berrueta de profesión ama de casa. Tuvo dos hermanos,  Nélida y Horacio.
Sus padres “adelantados para esa época”, estimaron que era importante que sus hijos estudiasen y para ello los alentaron e hicieron grandes esfuerzos.
En Cañuelas desarrolló la mayor parte de su vida, alternándola con su gran vocación: la docencia.
Culminada su escolaridad primaria en su querida escuela Nº 1 “D. F. Sarmiento”, emigró temporariamente a la Ciudad de Lomas de Zamora, donde como otras pocas jóvenes de esa época, permaneció pupila para estudiar el Magisterio en el Colegio “Inmaculada Concepción”. Muy joven comenzó a ejercer su profesión.
En  los inicios de la carrera docente, también daba clases particulares a una nombrada familia de la zona, los Estrada; para lo cual venía un remis a buscarla y luego a traerla.
Durante muchos años trabajó en la Escuela Nº 1 siendo maestra de 6º grado,  y mostrándose siempre preocupada para que los niños entraran preparados a la escuela secundaria.
También trabajó dando clases de Geografía en la Escuela Industrial y desde sus inicios  en la Escuela Normal Superior “J. M. Estrada”.
Poseedora de una personalidad fuerte pero siempre dando muestras de buen humor; conocedora de los jóvenes y de su vida, con sus ocurrencias, se acercaba a ellos.
En la clase su voz cobraba potencia en sus fluidas explicaciones sobre ríos, mares y montañas.
¡Y qué decir de las “lecciones” de aquella época!, eran toda una ceremonia y nadie se animaba a venirse “en blanco”.
Dicen quienes fueron sus alumnos: “si te veía el domingo dando la vuelta al perro, el lunes era una fija, seguro te llamaba”.
También la sensibilidad social fue un rasgo de su personalidad; silenciosa pero tesoneramente ayudaba a toda su familia, a las instituciones y a algún otro que llegaba en búsqueda de una mano solidaria.
La escuela, los alumnos, la enseñanza, su familia, fueron su pasión. A ellos dedicó sus desvelos y en ellos encontró también los momentos altos de felicidad.
Todos quienes han tenido la posibilidad de conocerla en cualquiera de sus roles, la recuerdan con una ecuación muy valiosa: sincero cariño y profundo respeto.
 
 

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