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9/5/11

BABY FUTBOL EN CAÑUELAS (Cosa de Hombres) Segunda parte.

BABY FUTBOL EN CAÑUELAS: COSA DE HOMBRES...

(Segunda a parte)

El partido de Baby futbol se jugaba  según el reglamento,  en dos tiempos de 20 minutos cada uno, con un  intermedio de cinco minutos. Si había tiempo perdido por interrupción del partido, el árbitro era quien disponía la prolongación del mismo hasta completar  el tiempo.
Las hinchadas de los equipos aclamaban a uno y  a otro  con gritos de aliento y  a veces, por supuesto, silbatinas para los contrarios.
Los muchachos representaba a distintas casas comerciales como: Carnicería Buzzurro, Zapatería La Capital, Bombonería La Favorita, Taller de chapa  y pintura Spagnol, entre muchísimos otros.
Según nos cuentan, la luz a mercurio, que iluminó  “como de día” la cancha  fueron las parrillas del Club Independiente, que  consiguió el Sr. Tito Garavaglia, socio de la institución,  el cual era  hincha del club  y que además tenía la peña de los diablos rojos en su casa.
Se tomaba agua (y  se refrescaban la cara algunos más que sofocados) de una canilla sobre un gran  piletón y también de otra que bajaba del gran tanque de agua del viejo molino, pintado a rombos con los colores blanco y rojo del Club Cañuelas.
Un capítulo aparte para la casona frente a la calle Del Carmen.
De un lado,  vestuarios y duchas para los jugadores, separados los visitantes  de los locales, apenas por un pasillo. También  un cuarto para el lugar donde  se  reunían los referís. (Y refugio, a veces contra algún hincha excedido en fervor)
Hacia el frente,  había una vivienda  donde  se encontraba a los caseros y encargados de la cancha grande, canchas de tenis y de baby: los queridísimos Mario y Elsa.
Ya que viene al caso, y de lugares hablamos, podemos mencionar que había una piecita donde se guardaban las sillas del tenis y  las redes. ¿Los pioneros del tenis? El Sr. Oscar Galli, El Sr. Garrahan, Sr. Agnelli.
En otro sector, celosamente guardadas, las redes de los arcos, el botiquín, infladores, aceite verde,  pelotas, botines y los equipos. Las camisetas de las distintas divisiones, medias, pantalones…
También  se veían a veces,  las camisetas  del baby  flamear  en las sogas  secándose al sol, invitando son su sola presencia  a disfrutar de una noche de pujas y  cantos con  el equipo favorito.
Cada partido  estaba compuesto por dos equipos de  cinco jugadores  incluido el arquero. Se podían realizar cambios, siempre y cuando el referí fuera debidamente avisado y otorgara el permiso.
Era sumamente importante  no ser echado de la cancha, ya que el partido se jugaba  hasta con tres participantes  por equipo. Si  eran menos,  se daba por finalizado y los puntos se los llevaba quien tuviera  la cantidad reglamentaria  de jugadores aunque fuera perdiendo.
Con camiseta amarilla con letras negras que decían: Ganave Cañuelas,  la dirección técnica de Diego Villalba  debutó en el año 1981 el equipo formado por:   “El Negro” del Valle, “Diente” Sosa, “Titi” Parodi, “Beto” Peralta, “Bulldog” López,  “Loco” Etchebehere, “Pino” Capistrano, “Coco” Maestú, “Pato”  Casey  y  “Conejo” De Armas.
Entre otros muchos equipos recordamos al que representaba a zapatería La Capital, que fue campeón durante los años 1961,1962 y 1963. En la foto vemos a Penacho García, como  arquero suplente, Plus Morgante como  titular, Boacaratto, Vasco Suardía, Perrota, Toro Estavillo y Negro Estavillo, acompañados por  Don Jorge Etcheguía.




RECUADRO Y FOTO
Y no sólo de hombres….
A veces, los colores de un Club se llevan en la sangre. A veces se vive por esos colores. Otras veces, como el caso de Elsa y Mario, vivieron dentro del Club. Allí crecieron los hijos, y en sus juegos compartían  el trabajo de los padres. Cuántas veces Mini juntaba las pelotas de la cancha después de una práctica, cuantas veces echaba sal en el piso de  ladrillo de la canchita de  tenis, o pintaban con cal….
O embolsaban con Graciela las pilas de papel picado (que llenaban un acoplado  y se volcaban en la piecita del frente, hasta el techo) jugando y preparando los paquetes para el carnaval del Club…
Cuantas veces Elsa curó rodillas raspadas, ojos en compota, calmó a un niño lloroso, preparó un tecito para un descompuesto y aconsejó a más de un grande que sufría por los puntos perdidos del equipo.




Cuántas veces Mario además de dejar la cancha como un billar hacía de referí, de línea, de aguatero, ayudaba en la cantina…



Anita Pfannkuche
María Emilia Floriani

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