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8/2/11

AL PAN....PAN










“El pan a través de la historia se debatió entre ricos y pobres, y tal vez por eso Jesucristo lo eligió como símbolo de su sacrificio, metáfora de su propio cuerpo, que sería entregado a todos por igual.”
Las panaderías antiguas tenían patios muy grandes para almacenar leña, triciclos, jardineras y, aún a veces, los caballos para tirar de las mismas.
La panadería de Raggio y López en Basavilbaso y Libertad ya no existe. El progreso avanzó sobre sus huellas. Inevitable en el recorrido a la estación el ingreso para comprar a los chicos los productos de las carameleras cilíndricas con tapa plateada, o las facturas grandes, repletas de dulce envueltas en papel. Uno de los primeros lugares en vender esos rectángulos de dulce de leche condensado (después, las Vaquitas de La Martona).
El pan era artesanal, todo se hacía a mano; era muy sacrificado el trabajo para la familia, que además debía hacer el reparto. Por eso algunas tenían gran cantidad de empleados.
De Vigo fue un panadero que comenzó repartiendo pan que compraba en las panaderías de Guzzi y Natal y repartía a domicilio.
Antes, se usaba mucho la modalidad de venta a domicilio de todas las mercaderías. Pasaban por las casas los carniceros, los lecheros y los panaderos. La gente iba a hacer las compras pequeñas, pero en general pasaba el proveedor por la casa y anotaba todo en una libretita. Los pagos se hacían a fin de mes.
Después construyó su propia panadería, donde trabajaba toda la familia. Sus hijos trabajaban en la cuadra y repartían con un triciclo, su señora y las hijas atendían el negocio.
Don De Vigo salía con la jardinera a repartir el pan. Debajo del asiento llevaba las tortitas negras y cuando se le preguntaba: “¿De Vigo tiene tortitas?” respondía “tortitas negras tengo…” A veces, cuando el recorrido con su canasta era dentro de los domicilios y se tardaba un poco, los pícaros jovencitos se trepaban a la jardinera y se servían las tortitas.
Generalmente se fabricaba sólo pan francés, pan de Viena y pan alemán. Por eso fue famosa la galleta nuez de la que era especialista la panadería del abuelo don Guzzi.
Recordamos que un cliente, el Sr. Diego Young (de origen inglés) llevaba las bolsas repletas al campo, exigiendo siempre que la mercadería fuera crocante y bien cocida.
Esta panadería -que se llamaba en un principio “San Martín”, mientras alquilaba sus instalaciones el Sr. Eusebio Álvarez- fue rebautizada por don Pedro Guzzi como “La Antigua San Martín”. En ese lugar trabajó mucha gente, pero con la crisis de los años 50, debió reducir su personal. Quedaron guardadas las jardineras. Entonces toda su familia se ocupó en la empresa: su señora Inés, (siempre con su redecilla en el cabello) sus hijos Jorge, Pepe y Juan. Un estilo diferente para la galleta de piso y las tortitas negras más grandes de Cañuelas, hechas con masa de galleta, grasa y azúcar negra.
Uno de los empleados, don Blas Nito, conocedor del oficio, instaló tiempo después su propia panadería en la casa de su suegro, don López.
Allí comenzó San Blas, la panadería con historia y raíces cañuelenses. Y allí llevo a Raquel, Mecha, Norma, Nilda, Miguelito. Atendían el mostrador Norma y Doña Ramona. Después Miguelito y María, con un local nuevo y una variedad de exquisiteces donde no faltan las tradicionales empanaditas de dulce, los pastelitos y la galleta criolla.
El Sr. Eusebio Álvarez, padre de Armando y Alberto, compró un terreno y puso su propia panadería en la calle Libertad, usando el mismo nombre de su primer negocio, “San Martín”. Durante una época en que la panadería perteneció al Sr. Newery, todos los empleados fueron vestidos con uniforme de color bordó (una novedad para la época) incluyendo las camperas de invierno.
Otra de las antiguas panaderías fue la de la calle Belgrano y Lara, de Jorge, Aníbal y José Natal. Se llamaba “La Cañuelera” y eran tradicionales las empanadas. Este establecimiento pertenece desde el año setenta a don Jorge Guzzi.
La panadería Gasaneo, comprada después por los hermanos Armando, Ñata y Fita Di Santis en Libertad y 9 de julio, donde se iba a comprar el pan con bolsa de tela. En el frente y arriba, tenía la estatua de un angelito. Hoy es “La Estrella”, la boutique del pan, del Sr. Baudino.
Se encontraban allí las tradicionales galletas de piso, godas y tostaditas o la galleta de campo, con un pliegue al medio. También el pan alemán con semillas de anís. Y ni que hablar de la tortitas negras, que se cortaban en porciones para compartir. Enfrente existe otra panadería, “San Agustín”, en el lugar en que antiguamente funcionaba el almacén de Ramos Generales del matrimonio Maestú – Martínez.
La panadería “Del Carmen” de los hermanos Suárez, que fue luego del Sr. Amable Cotón en la calle Del Carmen e Independencia, con productos tradicionales como las palmeras gigantes que se vendían en el quiosco de la escuela Estrada, con alfajores de hojaldre y las incomparables ”persianas” de manzana y dulce. Acá también las tortitas eran especialmente grandes, pero de azúcar rubia. Trabajaban en esa época Musolino Masciotra (palero) Hugo Arrieta (maestro panadero) Jorge Matreló, Lencho Rossi y Negro Ruiz (boxeador).
Otras recordadas: la “Panadería del Pueblo”. Su primer dueño: el Sr. Manzoni. Después del Sr. Alberto Rossi. Trabajaba el Sr. Verón, entre los que recordamos.“La espiga de Oro”, del Sr. Celiar Guerrero y Sr. Villalba después.
Otras panaderías, mucho más actuales son la Panadería del Coya, La Giralda, La Alemana, el Águila, El Sol, y La Perla entre tantas otras más.

Anita Pfankuche
María Emilia Floriani

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