Un casamiento, un compromiso, una fiesta patria, en general un acontecimiento importante en la vida de un hombre significaba también el hacerse confeccionar un traje (por lo menos en un pueblo, lejos de las grandes tiendas).
Al llegar a la sastrería, ocurría todo un ceremonial con la toma de las medidas, que para algunos puede que hubiera resultado algo incómodo, sobre todo cuando la famosa cinta de medir tenía que pasar por ciertas delicadas partes del cuerpo (Otros tiempos, otros pudores).
Como cada diseño era particular y el proceso manual, la tarea era sumamente dedicada y artesanal. Una sola chaqueta, por ejemplo, podía demorarse dos semanas en confeccionarse. Eso sí, el cliente podía estar tranquilo: no encontraría una prenda igual en ninguna otra parte, ni siquiera en las manos del mismo sastre.
Pero, al final de todo, el caballero salía orgulloso al desfile, o la fiesta de matrimonio, a lucirse con su traje hecho a mano con la mejor de las telas.
En la Avenida Libertad, cerca de la estación, estaba “Minutillo”. Si se podía ver el hombre trabajando, con la ventana abierta rodeado de telas, de ropa nueva y a remendar también, por qué no.
Después de todo, cuántos jóvenes usaron su primer traje recompuesto del de sus abuelos.
En Veinticinco de Mayo y Rivadavia, con entrada por esta última, también había una sastrería de los hermanos Procopio, con maniquíes de estopa donde se probaban las prendas.
Al llegar a la sastrería, ocurría todo un ceremonial con la toma de las medidas, que para algunos puede que hubiera resultado algo incómodo, sobre todo cuando la famosa cinta de medir tenía que pasar por ciertas delicadas partes del cuerpo (Otros tiempos, otros pudores).
Como cada diseño era particular y el proceso manual, la tarea era sumamente dedicada y artesanal. Una sola chaqueta, por ejemplo, podía demorarse dos semanas en confeccionarse. Eso sí, el cliente podía estar tranquilo: no encontraría una prenda igual en ninguna otra parte, ni siquiera en las manos del mismo sastre.
Pero, al final de todo, el caballero salía orgulloso al desfile, o la fiesta de matrimonio, a lucirse con su traje hecho a mano con la mejor de las telas.
En la Avenida Libertad, cerca de la estación, estaba “Minutillo”. Si se podía ver el hombre trabajando, con la ventana abierta rodeado de telas, de ropa nueva y a remendar también, por qué no.
Después de todo, cuántos jóvenes usaron su primer traje recompuesto del de sus abuelos.
En Veinticinco de Mayo y Rivadavia, con entrada por esta última, también había una sastrería de los hermanos Procopio, con maniquíes de estopa donde se probaban las prendas.
Don Pastor Moreno trabajaba su sastrería en la Av. Libertad entre 9 de Julio y 25 de Mayo. Tenía un aparato especial para coser las mangas. Y finalizado el mismo procedía a plancharlo minuciosamente, a colgarlo en las perchas de madera (no había otras) y a cubrirlo con unas telas que parecían sábanas de grandes para protegerlos de la pelusas.
Hacia el año treinta, por estos lugares se utilizaba la plancha a carbón, que se hamacaba para que este se encendiera y diera más calor.
Después la plancha a querosene y por fin, la plancha eléctrica.
Las planchas eléctricas presentaban el mismo problema que los demás aparatos eléctricos de la época, con la única excepción de la bombilla.
Pero para coser, nada mejor que la luz del día.
También era un muy buen sastre, el camarada Mingo, como lo llamaban todos sus amigos, por su vocación a la política enrolado en la izquierda.
Gran conversador, el tiempo que llevaban toma de medidas, pruebas y ajustes de ropa se amenizaba con grandes discusiones sobre la actualidad. Cariñoso con los animales, aún hoy le han sobrevivido un par de perros que se niegan a alejarse de su barrio y son alimentados amigablemente por los vecinos.
Aunque parezca mentira, en España un traje a medida confeccionado por un sastre moderno lleva en torno a unas 50 horas de trabajo, un plazo de entrega desde la toma de medidas de un mes y medio y su precio, a partir de unos 1.000 euros aproximadamente, importe que puede subir considerablemente en función de la tela escogida.
¿Los caballeros mejor vestidos de la época? Según las damas de esa época, si lugar a dudas, fueron: Don Chicho Moschini y Cacho Masciotra.
Hacia el año treinta, por estos lugares se utilizaba la plancha a carbón, que se hamacaba para que este se encendiera y diera más calor.
Después la plancha a querosene y por fin, la plancha eléctrica.
Las planchas eléctricas presentaban el mismo problema que los demás aparatos eléctricos de la época, con la única excepción de la bombilla.
Pero para coser, nada mejor que la luz del día.
También era un muy buen sastre, el camarada Mingo, como lo llamaban todos sus amigos, por su vocación a la política enrolado en la izquierda.
Gran conversador, el tiempo que llevaban toma de medidas, pruebas y ajustes de ropa se amenizaba con grandes discusiones sobre la actualidad. Cariñoso con los animales, aún hoy le han sobrevivido un par de perros que se niegan a alejarse de su barrio y son alimentados amigablemente por los vecinos.
Aunque parezca mentira, en España un traje a medida confeccionado por un sastre moderno lleva en torno a unas 50 horas de trabajo, un plazo de entrega desde la toma de medidas de un mes y medio y su precio, a partir de unos 1.000 euros aproximadamente, importe que puede subir considerablemente en función de la tela escogida.
¿Los caballeros mejor vestidos de la época? Según las damas de esa época, si lugar a dudas, fueron: Don Chicho Moschini y Cacho Masciotra.
Anita Pfannkuche María Emilia Floriani
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