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7/2/11

Bancarios, valijas, amigos.


Indudablemente, el Banco Provincia es una institución respetada y ligada al crecimiento de un pueblo. De allí partieron los créditos, en los cuales casi todos los habitantes de Cañuelas se apoyaron para construir su vivienda, para comprar semillas e insumos para el campo, para instalar su industria. Para crecer, trabajando. También la provincia y el municipio para recaudar sus tributos.
Este crecimiento y manejo de caudales tuvo una historia que es interesante para contar.
En 1879 se produce un enfrentamiento entre el gobierno nacional presidido por Nicolás Avellaneda y el gobierno de la provincia de Buenos Aires de Carlos Tejedor. Recién en los últimos tiempos de la presidencia de Avellaneda se dicta la ley de federalización de la ciudad de Buenos Aires y, a partir de allí, ciudad y provincia tienen gobiernos diferentes.
En cuanto al Banco de la Provincia de Buenos Aires, la «ley capital» ratificó el concepto básico expresado en el «Pacto de Unión» de 1859, al hacer explícito el derecho preexistente que le asiste a la provincia para gobernarlo según sus propias leyes y decisiones. El establecimiento fue autorizado a mantener su sede en la capital federalizada y se lo reconoció como exento de toda jurisdicción e injerencia del gobierno nacional.
El conflicto principal era que los ahorros, créditos y bienes de los habitantes de la provincia confiados al banco no pasaran a manos nacionales, y por otro lado estaba la disputa por la sede central que estaba físicamente en la ciudad de Buenos Aires.
La capital estuvo sitiada y las comunicaciones y filiales cerradas. Sin embargo hubo un gerente más que celoso que se ocupo de reunir todos sus clientes, pedirles que renovaran sus créditos y quemó el poco dinero en efectivo que existía. Así, cuando fueron a realizar el arqueo, solo había papeles…
El conflicto se resolvió por acuerdos legales de carácter contractual. El primer documento fue la ley 1029 del 21 de septiembre de 1880, cuyo primer artículo declaró capital de la República a la ciudad de Buenos Aires, dentro de los límites que entonces tenía, agregando en la misma una cláusula estableciendo de que El Banco permanecería bajo la dirección y propiedad de la Provincia.
La expansión del Banco de la Provincia de Buenos Aires, iniciada el 24 de marzo de 1882 con la inauguración de la sucursal Bahía Blanca, continuó sembrando sucursales en toda la provincia, y en 1885 abrió la de Cañuelas.
Así comienza la historia de nuestro “Banco Provincia”. Si se observan las placas colocadas en su interior, se puede apreciar el reconocimiento de distintas instituciones por su centenario, y su remodelación.
Mucha gente de Cañuelas trabajó en el Banco. De un lado y del otro de sus largos mostradores (antiguamente), tabiques y cabinas actuales, diariamente se saludan y comparten algo más que un trato comercial los habitantes de nuestro pueblo. Clientes y empleados se preguntan amigablemente por sus familias, por sus equipos de fútbol, por las actividades compartidas. Un resto que nos queda aún de pago chico: la amistad, el trato cotidiano.
Nos relata el Sr. Pedro De Tellería que en su época de bancario en Capital Federal. Era tesorero y viajaba todos los días en tren de máquina diesel, donde los vagones de primera estaban cubiertos en cuerina y los de segunda eran de madera, con un horario bastante inestable. La llegada a horario al trabajo dependía si por la misma vía primero despachaban el tren carguero. Ahí se llegaba tarde… ¡y cómo protestaban los jefes en el trabajo! Ése fue uno de los motivos por los que solicitó su traslado a Cañuelas.
Don Pedro recuerda una anécdota que lo deja sin aire: un día de 1967 debía traer a Cañuelas una recaudación de doce millones de pesos, acompañado de un contador. El traslado era en realidad cosa rutina, sin vigiladotes ni custodia, a pura confianza. El dinero, repartido en dos maletas, de la cual el contador que acompañaba a Pedro llevaba la más pesada y con más dinero.
Al entrar en la terminal de Constitución, el hombre quiso comprarle a sus hijas unas golosinas, y entre el buscar cambio en sus bolsillos, guardar los paquetes y el bullicio de la gente, el contador olvidó la valija en el piso.
Cuando subieron al tren, Don Pedro observó las manos vacías de su compañero y, sin aliento, recorrió hasta el kiosco el camino más largo de su vida.
Y allí estaba sola. Plantada en el suelo. La valija y sus millones. Otros tiempos...
Don Pedro De Tellería, casado con la Sra. Fita Vanía, (cumplieron 60 años de matrimonio este mes) fue bancario desde al año1949 hasta su jubilación.
Otra historia que nos relata ocurrió en un día de lluvia y viento. Quien abría las puertas del Banco era el Ordenanza, que entraba temprano, sin fallar nunca. Ese día, mojados y con frío, tesorero, gerente y contador se asombraban de que en la puerta del banco nadie contestara sus llamados. Entonces vieron llegar al joven ordenanza con la llave y una rápida historia para explicar su tardanza:
-“No saben lo qué me pasó –decía- Yo hacía una pedaleada para adelante en la bici, y el viento me pedaleaba dos para atrás…”- Excusa difícil de creer.
Algunos de los bancarios que podemos nombrar, entre los muchos que pasaron, son el Sr. Adrián García, Mingo Uhart, Jorge Berrueta, Fernández, Atilio Bustos, Raúl Bustos, Dante Cartasegna, Lucero, Elías, Omar Bustos.
El Sr. Vicente Cinquemani, trabajó en la institución desde el 21 de enero de 1961 (fecha de su traslado desde la sucursal Avellaneda) y recuerda a los señores Fontana, Riera, Pedro Pelorosso, Adolfo Basavilbaso, Omar Elorza, Emilio Noriega, Mario Raggio, Del Buono, Justo, Donato, Lila Etcheverry, Rivero, Galassi, entre otros tantos.
Entre los gerentes de aquélla época, nombramos algunos como Sanseau, Del Río, Fuego, Solenor.
El Banco de la Provincia, un lugar para compartir y vaciar nuestro baúl de los recuerdos.
María Emilia Floriani
Anita Pfannkuche

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